Un equipo de investigadores indicó hoy que la pérdida de peso a largo plazo podría liberar contaminantes industriales en la sangre. Estos contaminantes están relacionados con enfermedades como la diabetes, la hipertensión y la artritis reumatoidea.
La investigadora Duk-Hee Lee, de la Universidad Nacional de Kyungpook en Corea del Sur, quien dirigió el estudio dijo que estos compuestos suelen almacenarse en tejidos grasos, pero cuando la grasa desaparece al perder peso, llegan al torrente sanguíneo.
La autora escribió en un correo electrónico a la agencia Reuters. “Vivimos bajo el fuerte dogma de que la pérdida de peso es siempre beneficiosa, mientras que ganar peso es siempre dañino (...) pero creemos que los niveles más elevados (de contaminantes en la sangre) debidos a la pérdida de peso pueden afectar a la salud humana de varias formas”.
Un trabajo de Lee y un equipo internacional de expertos fue publicado en la revista International Journal of Obesity. Estudiaron a 1.099 participantes en Estados Unidos y analizaron las concentraciones de siete compuestos en su sangre.
“Una vez liberados en el torrente sanguíneo, estos contaminantes pueden alcanzar órganos vitales”, indicaron los investigadores en un comunicado.
Las personas que perdieron más peso durante 10 años tenían más altas las concentraciones de esos compuestos, llamados contaminantes orgánicos persistentes (COP), en comparación con las personas que habían ganado o mantenido un peso constante.
Lee señalo “Hay cada vez más pruebas de que los COP (...) no son seguros. Los COP están relacionados con la diabetes tipo 2, la hipertensión, la enfermedad de las arterias coronarias, la artritis reumatoidea, la enfermedad periodontal”.
Para este estudio los expertos tuvieron en cuenta la edad, el sexo y la raza de los pacientes para explicar las diferencias en estos tres contaminantes, pero el historial de peso seguía siendo un factor estadísticamente significativo.
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